Mitos y verdades sobre la energía solar en climas nublados.

Mitos y verdades sobre la energía solar en climas nublados.

Uno de los mitos más persistentes sobre la energía solar es que “solo funciona bien en lugares muy soleados”. Durante años, esta creencia ha frenado la expansión de las soluciones solares en regiones del norte de Europa o zonas con climatología variable. Sin embargo, la realidad técnica es muy diferente: los sistemas solares actuales no necesitan cielos despejados para funcionar.

Gracias al progreso en materiales fotovoltaicos, almacenamiento de energía y control inteligente, la energía solar se ha convertido en una tecnología eficiente incluso en climas nublados o lluviosos, demostrando que el rendimiento depende más del diseño y la gestión que del clima.

La energía solar moderna aprovecha la radiación global, que incluye tanto la radiación directa del sol como la radiación difusa, es decir, aquella que llega a la superficie terrestre tras ser dispersada por las nubes o partículas de la atmósfera.
Por tanto, incluso cuando el cielo está cubierto, los paneles siguen captando energía y generando electricidad.

1. La radiación difusa: la energía invisible que también cuenta.

Cuando el cielo está cubierto de nubes, la luz solar no desaparece: se distribuye en todas direcciones debido a la dispersión atmosférica. Este fenómeno da lugar a la radiación difusa, un componente fundamental de la energía solar total que puede representar entre un 30% y un 60% del total de radiación disponible dependiendo del clima y la estación del año.

En regiones del norte de España, por ejemplo, la radiación global anual puede rondar los 1.300 kWh/m², de los cuales una parte importante proviene de radiación difusa.
Gracias a las mejoras en las células fotovoltaicas —especialmente las de silicio monocristalino de alta eficiencia—, los paneles actuales pueden aprovechar eficazmente este tipo de luz indirecta.

Además, los avances en recubrimientos antirreflejantes, texturización de superficie y conversión espectral permiten que los paneles conviertan más energía incluso cuando el sol no incide directamente. En otras palabras, el rendimiento no se apaga cuando el cielo se cubre, solo se ajusta.

Por eso países con climas nublados, como Alemania, Países Bajos o Reino Unido, han logrado cifras récord en potencia instalada. Alemania, por ejemplo, supera ya los 70 GW de energía fotovoltaica (Fraunhofer ISE, 2024), a pesar de tener un 40 % menos de horas de sol directo que España.

Estos datos desmienten por completo el mito: no es la cantidad de sol lo que determina la viabilidad solar, sino la calidad de la tecnología y la optimización del sistema.

2. Temperatura y rendimiento: otro mito habitual

Otra creencia muy extendida es que los paneles solares producen más cuanto más calor hace. En realidad, ocurre lo contrario: las altas temperaturas reducen ligeramente la eficiencia de conversión de los módulos fotovoltaicos.

Cada célula solar tiene un “coeficiente de temperatura” que indica cuánto disminuye su rendimiento por cada grado que aumenta la temperatura. En la mayoría de los paneles actuales, esta pérdida ronda el 0,4 % por grado. Esto significa que, si un módulo está calibrado a 25 °C y su superficie alcanza los 45 °C, su potencia puede reducirse alrededor de un 8 %.

Por eso los climas templados y con buena radiación difusa —como el norte de España o la cornisa atlántica— resultan excelentes para lograr rendimientos estables y duraderos a lo largo del año. En estas condiciones, los paneles trabajan a temperaturas óptimas y con una iluminación uniforme, evitando los picos térmicos que acortan la vida útil de los componentes electrónicos. Además, la temperatura afecta también a las baterías y a los sistemas de almacenamiento.

Las soluciones modernas, como las que integra EKIONA en sus farolas solares ROMI, utilizan baterías LiFePO₄ con un comportamiento térmico muy estable, diseñadas para mantener su rendimiento incluso con variaciones de temperatura entre −10 °C y 60 °C.

farolas solares ROMI instalacion

En conjunto, esto permite garantizar una producción constante, eficiente y segura durante todo el año, incluso en zonas donde el clima es variable o mayoritariamente nublado.

3. Autonomía energética: la clave de las farolas solares modernas

Más allá de la captación solar, la verdadera innovación está en la gestión inteligente de la energía. Las farolas solares actuales incorporan algoritmos que analizan el consumo, la carga de la batería y las condiciones de radiación para optimizar el uso energético cada noche.

Sistemas como ROMI o OLINTU, desarrollados por EKIONA, integran baterías de litio de alta densidad y electrónica de control avanzada que permite varios días de autonomía incluso sin recibir carga solar directa. Esto garantiza un funcionamiento continuo en periodos prolongados de nubosidad o lluvia, sin comprometer la intensidad lumínica ni la durabilidad del sistema. En términos prácticos, una farola solar moderna puede operar de manera autónoma entre 3 y 7 días consecutivos sin carga, adaptando la potencia de iluminación según las horas nocturnas o la ocupación del entorno. Este tipo de gestión no solo mejora la eficiencia, sino que reduce significativamente el mantenimiento y prolonga la vida útil de los equipos.

4. Conclusión: tecnología que se adapta al clima, no al revés

El futuro de la energía solar no depende de tener más sol, sino de aprovechar mejor la energía disponible. La combinación de paneles de alta eficiencia, almacenamiento inteligente y control electrónico avanzado ha hecho posible que la iluminación solar sea viable en cualquier entorno, sin importar la meteorología.

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